Marcos Peña: «Con Milei hay miles de señales que hasta ahora son contradictorias»

Marcos Peña a la sede de Siglo XXI, la editorial que acaba de publicar su primer libro, El arte de subir (y bajar) de la montaña. El libro es el resultado de un largo viaje de introspección y exploración que comenzó con la pandemia y continuó con el podcast Proyecto 77, una serie de conversaciones con políticos, empresarios, deportistas y artistas de distintos países que comparten sus experiencias de “liderazgo extremo” que va por su segunda temporada.

Después de casi 20 años de vida pública y política con cargos de máxima exposición y responsabilidad, primero, en el Gobierno de la Ciudad; y luego, como jefe de Gabinete del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), Peña tomó una decisión: alejarse de la vida pública y política para encarar una travesía incómoda, desafiante, por momentos dolorosa: dejar el personaje y volver a él, dice.

“Bancame, esto es lo que hago, no lo que soy”, le dijo a su mujer en mayo de 2019, cuando decidió que, ganara o perdiera Cambiemos, iba a alejarse de la todo eso que ayudó a construir. El campo minado de presiones cruzadas, exposición permanente y conflicto sostenido amenazaba con destruir su vida familiar.

Peña reconoce que no haber recibido apoyo terapéutico fue un error. A mediados de 2019 comenzó a ver a Alberto Lederman, un consultor que trabaja desde hace décadas con líderes del mundo empresario, políticos y artistas. Ha sido, dice Peña, un guía imprescindible en el aprendizaje sobre el peso de las biografías personales en las cosas que uno hace y cómo lo hace, sobre la salud mental, el trauma, la vulnerabilidad y la adicción que genera el poder, la figuración, la fama: la adrenalina como anestésico, como droga y bálsamo, como reparación a dolores y traumas.

En conversación con LA NACION, Peña abordará también las crisis del gobierno del que fue parte fundamental. ¿Cuáles considera que fueron los momentos más duros del gobierno de Macri? Peña puntea: “Para nosotros pasar la PASO en 2019 era cruzar el Rubicón que necesitábamos como país. Había mucha incertidumbre de que podía volver el kirchnerismo. El debate sobre la reforma previsional y las 14 toneladas de piedras en el Congreso, todo lo que pasó en torno a (Santiago) Maldonado y al ARA San Juan también fueron momentos duros. Incluiría también el debate sobre aborto”. Ese debate dividió y enfrentó a Cambiemos y sus votantes y atravesó también a todas las familias.

Describe a Macri como un “liderazgo transformador que reequilibró el sistema político argentino” y como “una voz muy importante: un ancla de referencia, de rumbo”. Y también se refiere al kirchnerismo y a Cristina Kirchner. “Ha sido siempre un liderazgo que convoca desde una agenda más reivindicativa, pero también con una energía transformadora, hacia otro lado, pero yo le reconozco y creo que es un pendiente nuestro lograr validar el aspecto humano y representativo que tiene esa expresión política. Para mí es una frustración personal no haber logrado generar un diálogo”. A la hora de hablar de Javier Milei destaca “la autenticidad”. Pero se muestra cauto. “Hay miles de señales que son hasta contradictorias. El tiempo dirá”.

-¿Cómo ves a Macri en el futuro?

-Lo veo con una voz muy importante. Creo que él ha elegido ocupar un lugar de ancla, de referencia, de rumbo. Ser expresidente es súper difícil y pareciera que todos los días tenés que validar las credenciales. Él encontrará cuál es la forma de hacer eso, pero tiene un valor súper importante no solo como expresidente sino como constructor de ese espacio y ese liderazgo.

-¿Cómo describirías el liderazgo de Milei?

-Creo que hay una cuestión muy fuerte de la autenticidad en términos de decir lo que piensa, de ser quien es. Creo que en eso logra una conexión muy contemporánea con mucha gente. Lo demás lo está construyendo. Al haber hecho tan poco trayecto antes de llegar, tiendo a tomar cierta distancia y decir: hay miles de señales que son hasta contradictorias. El tiempo dirá.

-En una conversación pública con Vargas Llosa, Macri dijo que iría más a fondo y más rápido. ¿Milei es el segundo tiempo que Macri no pudo concretar?

-No lo sé. No sé si hay una respuesta porque creo que hay un factor que a veces se subestima que es el cambio de contexto. No se repite la misma obra con el mismo público y el guion va cambiando. Cambia todo. Todo cambia. No sé qué va a pasar. Creo que nadie lo sabe. Y ahí es donde vuelve el valor del ancla de las personas y el ancla de los valores y de decir qué cosas creés que están bien y qué cosas están mal. Mauricio siempre se ha referido al desafío de cómo estabilizar macroeconómicamente el país y lograr una dinámica económica de crecimiento. Y da la sensación de que ahí hay un consenso no solo con Mauricio sino con mucha gente de que hay que resolver este problema de alguna manera. El cómo les toca a ellos.

-Si tuvieras que identificar los momentos más duros de la gestión 2015-2019, ¿cuáles elegirías?

-Sin duda la noche de las PASO y todo lo que pasó a partir de ahí. Para nosotros pasar la PASO era atravesar el Rubicón que necesitábamos como país. Había mucha incertidumbre de que podía volver el kirchnerismo. Fue muy dura la sesión sobre la reforma previsional y las toneladas de piedras. Fueron 24 horas con Horacio, con María Eugenia, con Lilita, con todos en el Congreso, una tensión de situación límite. También todo lo que pasó en torno de Maldonado y el ARA San Juan fueron momentos duros. Incluiría también el debate del aborto. Por distintos lados, el debate sobre el aborto llegaba a tu casa, a la comida familiar, a la comida con amigos. Todas las demás discusiones son difíciles, las políticas, las económicas, pero no está en juego la vida y la muerte.

-Macri completa su mandato, remonta, pero finalmente no alcanza para reelegir. ¿Qué falló?

-Va de la mano de gente que te dice “por tu culpa perdimos y volvió el kirchnerismo”. No es así. Hoy lo primero que diría, con la libertad que tengo hoy para decirlo, es: falló que la gente votó al kirchnerismo. Hay un dato claro: gana el que más votos tiene y el voto es un acto de libertad, es un acto soberano de la gente. Lo segundo es: nosotros -creo que es un riesgo que siempre existe en el sistema de balotaje- no pudimos transformar el voto de segunda vuelta en voto de primera vuelta. Y, sobre todo, el kirchnerismo logra unificar la oferta de balotaje en la PASO. Además, no pudimos resolver la tensión económica en esa circunstancia. Objetivamente a esos votantes cuando les preguntás por qué querían votar contra nosotros – no ya a favor de la otra opción- era por el enojo de la situación económica, claramente. Sentían que habían sido descuidados. Cuando buscamos esos votos en 2015 nos alertaban: “Queremos cambio político, no cambio económico. Tengan cuidado”. Algunos piensan que más por la aplicación, otros piensan que más por las medidas, otros por el gradualismo, otros por el shock. Más allá de cuál sea la explicación, esos votos votaron en contra. E incluso me acuerdo que lo decíamos y nos decían que estábamos locos: “Guarda que el mejor voto para el bolsillo es votar a Juntos por el Cambio. Por más que te duela hoy en el corto plazo, va a ser para mejor”. Y estábamos en un lugar económico mejor que en el que estuvimos cuatro años después. No era un acto de soberbia, era un acto de ver cómo funcionaba la dinámica y cuál era el examen que nos tenían que tomar. Yo creo que eso y porque objetivamente, además, crecimos entre elección y elección. El kirchnerismo entre el 11 y el 15 no creció, cayó. El kirchnerismo entre el 19 y el 23 no creció, cayó. Nosotros crecimos con tres de cuatro años de recesión. Evidentemente, creo que no alcanzó para construir una mayoría y al final del día esa fue la falla.

-Hablamos del liderazgo de Macri y el de Milei. ¿Cómo describirías el de Cristina Kirchner?

-Con una gran energía, creo que ha sido siempre un liderazgo que convoca desde una agenda más reivindicativa. Pero también con una energía transformadora, por ahí hacia otro lado, pero yo le reconozco y creo que es un pendiente nuestro en estos años lograr validar el aspecto humano y representativo que tiene esa expresión política. Y yo lo he dicho: para mí es una frustración personal no haber logrado generar un diálogo, no para construir necesariamente consensos, pero sí para arrancar de una validación mutua, de decir: “Somos argentinos, estamos en el mismo país”. Esto está en todos los libros del mundo de procesos de diálogo y de paz: arranca por sentarme a la mesa y decir “no sos algo menos de lo humano”. Y creo que es un desafío pendiente. Podemos estar cinco días diciendo quién fue el culpable, quién tiró la primera piedra, pero creo que es necesario sanar un poco eso.

-Porque el discurso antikrchnerista de Cambiemos ocupó un lugar central en la narrativa del espacio.

-Cuando me dicen “vos promoviste la grieta”, yo lo que siempre sentí era justamente una confrontación, pero validando al otro. No es lo mismo que querer desterrar al otro. No era lo mismo. Y me pasaba que cada vez que iba al Congreso y discutía con el kirchnerismo, y me decían “hablá menos con ellos, hablá más con el peronismo moderado así los levantamos y a éstos los corremos”, yo no creo que funcione así. Yo tengo amigos, familiares y gente que adhiere al kirchnerismo que no va a dejar de adherir al kirchnerismo porque en el Congreso le hable al peronismo moderado y no les hable a ellos. En esa confrontación creo que hay una validación, pero mucha gente no lo entendió así. Incluyendo a ellos. Y eso sí lo siento como una frustración.