Pettovello: «Yo vine a gestionar, no a hacer política, no me interesa»

“La intención era lucrar y hacer negocio con todo lo que había, con cualquier recurso del Estado. Y los núcleos de corrupción no tenían límites”, fue una de las fuertes definiciones de la ministra de Capital HumanoSandra Pettovello, en un extenso reportaje.

Al inicio de la charla sostuvo que en los primeros días de su gestión lo que más la “sorprendió fue cómo se puede lucrar con la vulnerabilidad de las personas” y precisó que “algunas organizaciones retenían distintos porcentajes del plan asistencial«. El objetivo de su cartera es “recuperar la centralidad de las familias como base del desarrollo de la comunidad”.

La funcionaria recibió de su amigo el presidente Javier Milei la misión de conducir una cartera que atendiera al individuo de manera integral. Por eso se creó el Ministerio de Capital Humano, una experiencia que no tiene antecedentes en el mundo.

La decisión implicó unificar las carteras de Desarrollo Social, Educación y Trabajo. El desafío de manejar áreas tan complejas generó inicialmente escepticismo y más de una crítica. A un año desde que asumió (por primera vez) la función pública, su gestión logró eliminar a “los gerentes de la pobreza”, el desfinanciamiento de los piquetes, combatir la corrupción y aumentó las asistencias.

De fuertes convicciones y carácter, Pettovello implantó un estilo de gestión que la llevó a tener 16 denuncias en la Justicia como consecuencia de “tocar intereses” de “un sistema corrupto”, según evalúa.

Dejando de lado su estilo de perfil bajo, concedió a Ámbito un extenso reportaje:

Periodista.: ¿Qué fue lo que más le sorprendió cuando asumió su cartera?

S.P.: Lo que más me sorprendió es cómo se puede lucrar con la vulnerabilidad de las personas. Porque no era un caso. Era un sistema que abarcaba a distintos organismos y todos, en connivencia; no se buscaba el objetivo de una política pública para mejorar la vida de la gente. Lo importante era tener la mayor cantidad de presupuesto y ver cómo hacemos un negocio o cómo mordemos.

Después, bueno, cómo se esclavizó a la gente vulnerable, realmente eso me dio náuseas. Utilizando todos los recursos, como medicamentos oncológicos, o sea, absolutamente despoblado de valores, de toda dignidad humana. La intención era lucrar y hacer negocio con todo lo que había, con cualquier recurso del Estado. Y los núcleos de corrupción no tenían límites. También me sorprendió mucho que esto estuviera naturalizado. Como yo no vengo de la política, eso me sorprendía porque a mí me parecía un horror, a otros les parecía que eran prácticas naturalizadas de la política y que la política se hace así. Si hay que naturalizar eso, me parece que estamos muy mal como sociedad.

P: ¿El sistema era obtener los fondos y después veo qué hago?

S.P.: Sí, sí, súper ingeniosos. Si hubieran utilizado todo su ingenio para hacer el bien, seríamos potencia. Yo creo, y como lo dijo el Presidente muchas veces en campaña, que la batalla era moral, y esto impregna todas o casi todas las dependencias del Estado.

P.: ¿Qué fue lo que más le dolió?

S.P.: Bueno, lo personal, lo que más me dolió es tener la intención de hacer las cosas bien y que me pegaran por eso. Es como ir sola contra el mundo y si el Presidente no hubiera estado ahí y no hubiera sabido que yo tenía la decisión de hacer las cosas bien, con un esfuerzo enorme del equipo de Capital Humano, no hubiera resistido, porque la batalla fue muy dura. A una persona que está fuera de la política, la carnicería que hicieron con mi persona, de todos los frentes. Esto tiene que ver con la lógica de naturalizar lo que no debe ser naturalizado, De entrar a la política para tener poder o dinero y yo creo que eso es la anti política. La política tiene que ser para otra cosa. Entonces, cuando uno está despojado de esa ambición, las cosas son distintas. Lo que uno hace es infinito, porque no hay sesgo. Cuando yo tomo decisiones, no lo hago para quedar bien con alguien. Además de nutrirme del expertis de los equipos técnicos, hago lo que supongo que tengo que hacer desde el sentido común y desde mi visión como ciudadana. Siempre que uno toma decisiones, molesta a unos y beneficia a otros, y eso es así, es la vida misma. Pero hacerlo con honestidad intelectual o sin ella, hacen la diferencia.

P.: ¿Qué fue lo que más dificultad le generó?

S.P.: La idea de la unificación de los exministerios de Desarrollo Social, Educación y Trabajo, Empleo y Seguridad Social, para crear el Ministerio de Capital Humano, era una idea del Presidente absolutamente disruptiva e inentendible para la política tradicional. Era difícil de explicar cómo se iba a llevar adelante semejante tarea. Pero creo que lo que se demostró en la práctica es que estas áreas están profundamente interrelacionadas.

P.: ¿Y hubo resistencias?

S.P.: Era cambiar una forma de trabajar, es algo nuevo que había que implementar. De hecho, no existe un Ministerio de Capital Humano en ningún lugar del mundo y el Presidente fue absolutamente innovador con esta idea. Primero había que desarmar una estructura absolutamente gigante. Ministerios como el de Desarrollo Social estaban loteados, dentro de ese único ministerio no se trabajaba interdisciplinariamente ni en conjunto porque cada uno tenía su kiosco.

P.: ¿Cuáles son sus principales metas para este año?

S.P.: Nuestra principal meta es cumplir con el fortalecimiento del capital humano. Esto implica acompañar a las personas a lo largo de toda su vida, desde el nacimiento hasta la adultez, asegurándonos de que puedan acceder a un empleo de calidad que les permita ser autosuficientes y alcanzar una verdadera dignidad humana.

P.: ¿Cuál es la característica de su gestión, dicen que tiene carácter?

S.P.: No podría manejar a este monstruo si no tuviera carácter. La característica de esta gestión es la transparencia, por eso la digitalización, los datos y los procesos. No se puede manejar un ministerio de estas características si no se hace hincapié en la efectividad de los procesos. Más allá de que opinamos todos y que trabajamos juntos en todos los estamentos, hay una lógica en la conducción que es verticalista. Todos los días recibo el detalle de la gestión diaria de cada organismo yde lo que se hizo en cada una de las áreas.

P.: ¿Imaginaba que iba a ser así su función?

S.P.: ¡No! porque era una idea que todavía no estaba puesta en marcha y porque aparte yo nunca había gestionado en el Estado. Entonces no, no.

P.: Y, con lo que hoy sabe y volviendo el tiempo atrá¿aceptaría este cargo?

S.P.: Sí, aceptaría porque yo acepté el llamado de un amigo y de una persona con una convicción tan grande que no había manera de decirle que no. Nunca le diría que no al Presidente y tampoco le diría que no a mi amigo.

Elecciones

P.: Justamente hablando de pedidos, ¿va a ser candidata en estas elecciones? ¿Y si, el Presidente se lo pide?

S.P.: No, yo vine a gestionar, no a hacer política, no me interesa. Y Javier no me lo va a pedir porque él piensa que lo que estoy haciendo lo estoy haciendo bien. El Presidente es bilardista.

P.: ¿Qué cambió en su cartera después de un año?

S.P.: Quiero que la gente que trabaja en Capital Humano comprenda lo que están haciendo. Esta es la épica de este espacio. Yo tengo siempre la idea de que las cosas se pueden hacer. Cuando me dijeron que no se puede hacer… yo luché contra los molinos de viento. Y, los resultados que muestra después de un año el Ministerio del Capital Humano dan cuenta de que sí se puede hacer y que se puede contar con un equipo con gente que tenga los mismos valores que vos.

Piquetes

P: Antes del cambio de Gobierno, en 2023, se registraron más de 8.000 piquetes. Usted los eliminó en 2024. ¿A qué atribuye que ya no se movilicen?

S.P.: La eliminación de los piquetes en Argentina es el resultado de un cambio profundo en la gestión de los recursos públicos. Decidimos poner fin a la intermediación de las políticas sociales que, en muchos casos, era utilizada para favorecer redes clientelistas, desviando la ayuda de su verdadero propósito: asistir a quienes más lo necesitan. Eliminar a los gerentes de la pobreza no sólo permitió poner fin a los piquetes en las calles, sino, garantizar que los sectores más vulnerables accedan a sus beneficios sin ser condicionados ni extorsionados por referentes de movimientos sociales. Además, habilitamos la posibilidad de que las personas puedan denunciar cualquier tipo de extorsión o presión por parte de las organizaciones sociales que cortaban las calles, y promovimos el respeto por el orden público y las leyes.

P.: ¿Cómo desarmaron tan rápido a las organizaciones sociales que parecían tan poderosas?

S.P.: El Presidente lo explicó varias veces. Esto tiene que ver con una lógica de estudiar el problema durante varios meses. Nosotros teníamos un gabinete en las sombras en donde fuimos observando cuáles eran los problemas y tratando de buscar las soluciones. Así, empezamos a mirar con el equipo de expertos dónde estaba realmente la problemática para desarmar esta situación que, parecía que no era posible de desarmar porque varios gobiernos lo habían intentado y no pudieron. Entonces, mirando cómo era la dinámica de los gerentes de la pobreza, nos dimos cuenta que había una relación, yo diría, tóxica entre los gerentes de la pobreza y las personas vulnerables que tenían que hacer una contraprestación frente a ese dinero que recibían. Allí es donde tenían que entregar una parte del dinero que cobraban o se les decía que si no iban a la marcha les daban de baja el plan, o sea que debían entregar ese diezmo, y diezmo estoy siendo generosa.

P.: ¿Es verdad que algunas organizaciones llegaban a retener hasta el 50% del plan?

S.P.: Ellos cobraban lo que querían, según la organización era una cantidad diferente. La gente cobraba menos y además se veía obligada a ir a las marchas por temor de perder ese sustento. Entonces pensé, si no tienen ese vínculo y nosotros le comunicamos a la gente que no son las organizaciones las que tienen el poder de subir o bajar el plan, esto se tiene que desarmar. Más allá de que había otro condimento que era la connivencia entre los gerentes de la pobreza y el gobierno, porque también había convenios. Entonces, dando de baja los convenios y quitando esa relación y ese vínculo, explicando a la gente que este dinero se los daba el Estado y que ellos no tenían la capacidad de dar de baja o de alta un plan, se logró que la gente dejó de tener temor. También instalamos una línea para que pudieran hacer las denuncias. Establecimos un criterio: el que corta (la calle) no cobra. Fueron un conjunto de medidas que permitieron los resultados inmediatos. Al inicio de la gestión el 50% de los recursos destinados a las poblaciones más vulnerables se distribuía a través de intermediarios, mientras que el otro 50% se transfería directamente. Hoy el 93,5% de los recursos alimentarios son transferencias directas a las familias que más lo necesitan. Porque la gente entendió que ellos no eran los esclavos de los gerentes de la pobreza.